24.2.15

La ética estratégica de Podemos

Siempre me acuerdo, por sus implicaciones éticas, de una escena de Traidor en el infierno, la película de Billy Wilder ambientada en un campo de prisioneros nazi para soldados estadounidenses. Entre estos hay un traidor que avisa a los carceleros de los intentos de fuga. Todos sospechan del personaje interpretado por William Holden, que se lo ha montado lo mejor que puede para vivir en el campo, dadas las circunstancias. Una noche sus compañeros lo envuelven en una manta y le dan una paliza. Holden, que no es el traidor, reflexiona: "Yo tampoco sabía su identidad, pero sin duda era el que me golpeaba más fuerte". Al final sabemos que era además el más moralista. La ética puede ser también el último refugio de los canallas.

En España nos hemos pasado meses soportando las prédicas de la plana mayor de Podemos: su denostación de lo que llaman "el régimen del 78", o sea, de nuestra democracia constitucional (que no es una cosa cualquiera: sino la uniquísima posibilidad de democracia prolongada de la que se ha podido beneficiar España en toda su historia), en aras de no se sabe qué (sus modelos políticos no son precisamente ni prometedores ni ejemplares; por no ser, no suelen ser ni democráticos); y sus inquisiciones supuestamente purificadoras sobre la conducta de los demás, con una retórica entre de hoguera y guillotina. Y ahora les llega el turno a ellos de estar en la picota y resulta que todo son excusas, autoexcusas, autoexculpación. Con la comprensión y hasta el aplauso de buena parte (no toda) de sus justicieras bases. En relación con la ética, los "círculos" de Podemos se han revelado como unos perfectos círculos viciosos.

Al final, ya sabemos lo que era la ética –o la apelación a la ética– para ellos: una simple estrategia. Un arma arrojadiza: un arma ideológica, sin más. No un sistema de valores más o menos objetivables, para orientarse en la tarea de vivir y hacerse ideas sobre uno mismo y los demás, sino una mera retórica para el enjuiciamiento del prójimo cuando esto resulta útil para unos determinados fines que no tienen nada que ver con la ética. El ejercicio que hacen de ella es estrictamente cínico. Con Podemos vuelve lo de "el fin justifica los medios": maquiavelismo perroflauta. Podemos: la casta con ínfulas.

[Publicado en Zoom News]